jueves, 28 de mayo de 2009

AGRADÉCESELO A UNA FEMINISTA

SI ERES MUJER Y...
Puedes votar. Recibes igual salario al de un hombre por hacer el mismo trabajo. Fuiste a la universidad. Puedes solicitar cualquier empleo, sin vetos. Puedes recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin ir a la cárcel por ello. Practicas un deporte profesional. Puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o humillada en el pilón del pueblo. Puedes casarte sin perder tu apellido y sin que tus derechos civiles sean asimilados por tu esposo. Tienes derecho a rehusar tener relaciones sexuales con tu esposo. Tienes derecho a que tus registros médicos confidenciales no sean divulgados a los hombres de tu familia. Tienes derecho a leer los libros que desees sin supervisión de tu hermano o tutor. Puedes testificar sobre crímenes o daños que tu esposo haya cometido. Puedes obtener un préstamo usando sólo tu nombre y tus antecedentes de crédito, sin aval de marido o tutor. Se te premite testificar en tu propia defensa. Posees propiedades que son únicamente tuyas. Tienes derecho a tu propio salario aun si estás casada o hay un hombre en tu familia. Obtienes la custodia de tus hijas e hijos tras un divorcio. Sabes que si tu marido te pega podrás denunciarlo en comisaría y nadie te sermoneará sobre cómo ser mejor esposa y madre. Se te otorga un título después de ir a la universidad, en lugar de un certificado de haber completado los estudios. Y puedes amamantar a tu bebé discretamente en un lugar público y no ser arrestada por ello...
AGRADÉCESELO A UNA FEMINISTA. Sin la lucha de muchas feministas que reclamaron estos derechos para ti, no podrías gozar de lo que hoy consideras normal. Recuerda también que en tres cuartas partes del mundo las mujeres aún no gozan de estos derechos.(Lucía Etxebarria)

sábado, 23 de mayo de 2009

EL MACHISMO YA NO EXISTE (CASOS DE LA VIDA REAL)

- ¡Menudo descubrimiento he hecho! ¡Que el machismo ya no existe!
- Pues vaya novedad, eso lo sabe todo el mundo
- ¿Te has dado cuenta de que ahora la mitad de las ministras son mujeres?
- Ya ves, ¡qué chupi!
- Además, tenemos una ley estupenda que nos protege de la violencia contra las mujeres
- Yo duermo mucho más tranquila, tía
- Y, encima, puedo seguir trabajando todo lo que me echen aunque tenga otro bebé ¡porque mi pareja tendrá permiso de paternidad!
- ¡Tooma ya!
- Digo yo, ¿y qué pintan en el “Rompamos” este unas feministas?
- Je je... se creerán muy listas
- ¡Ay¡ cómo me río contigo... qué graciosa!
- Pues claro, no te vas a reír con tu Pepe, que en cuanto llegas a casa te le encuentras siempre cansado
- Pobrecico, todo el día ganando el pan con el sudor de su frente, y luego dando el callo en el sindicato, como para escuchar mis tonterías...
- ¡Como si tú no trabajaras!
- Si, bueno, pero yo solo media jornadita, que luego tengo que encargarme del abuelo y de la niña...
- ¿Pero no se iba a pillar Pepe el permiso de paternidad?
- Sí, hija, pero entenderás que yo soy mucho mejor para esas cosas; si hasta él lo dice, que no vale para cuidar...
- Es verdad, los hombres para estas tareas...

Esta conversación la escuchamos hace un rato en el autobús. Esta conversación la escucharás cuando vayas al trabajo (a ese que es remunerado). La volverás a escuchar cuando quedes con tus colegas a tomar algo. Y la hemos escuchado durante tantos siglos, que ¿no te parece que es tiempo suficiente?
Estamos aburridas, pero que muy aburridas, de conformarnos. De conformarnos con lo poco que nos dan, de que nos lo den en lugar de tomarlo, de aparentar que ya no estamos tan excluidas. Estamos aburridas de ser las comprensivas, las acompañantes, las que hacen muy bien todo lo que no se valora (ni se quiere ver).
Aburridísimas estamos de exigirnos tanto; en el curro, en la casa, en el espejo.
Y más que aburridas de que tengamos que temer. En la calle, en el metro, en las noches en que volvemos, vamos, paseamos y venimos... Porque también nosotras queremos disfrutar de una movilidad libre al pasar, sin que silbidos ni comentarios juzguen nuestros cuerpos.
No te cuento lo que nos aburre encontrarnos siempre con espacios exclusivamente masculinos, o casi.
Y tú, ¿te aburres?
Porque nosotras, pensándolo bien, la verdad es que estamos también cansadas de que siempre estemos y nunca se nos vea; de esforzarnos para que nos escuchen y se nos oiga la mitad; de cuidar las formas al hablar, mientras que lo que decimos, finalmente no gusta.
¿Y sabes que estamos cansadas de que mucha gente diga que nos comprende y se quede todo en palabras?

martes, 12 de mayo de 2009

EL PIROPO ESPAÑOL

Definamos qué es el típico piropo español:

Es una palabra o frase que un HOMBRE le dice a una MUJER que NO CONOCE y además, EN PÚBLICO.Por incomprensible que parezca, al hombre que dice el piropo no le importa nada que la mujer desconocida que lo recibe no le haya pedido opinión (ella debería sentirse halagada de que un hombre evalúe su físico en público) y/o que a ella pueda incomodarla el derecho que él se otorga, o incluso, dada la violencia de abuso sexual de hombres hacia mujeres en el mundo, aterrorizarla.

El hecho de que el tema de los piropos esté tan definido respecto al sexo de quién lo dice y quién lo recibe es un dato importante que apunta a la evidencia de que la situación en que una persona evalúa públicamente el cuerpo de otra es producto de un sistema patriarcal machista, según el cual los hombres, por ser hombres, tienen un derecho, consolidado por una tradición de siglos, sobre las mujeres: el de evaluarlas (en especial su físico) públicamente, sin consideración a si a ellas puede o no apetecerles oír esa evaluación. ¿No creéis que es más que suficiente para criticar la práctica de los piropos la razón de que a una persona (mujer, para estos casos) pueda no apetecerle saber qué piensan de ella personas (hombres, para estos casos) que no conoce? La gente machista (recalcitrante) esto no lo comprende. No comprenden que esta tradición pueda y deba cuestionarse, o si quiera que es un derecho de hombres y mujeres el rechazar esa situación. Es machista "piropear" a una mujer porque la mujer no te ha pedido opinión sobre su cuerpo, y por lo tanto, es ilegítimo que se le imponga escucharlo. Las mujeres no son cuerpos expuestos para la evaluación de los hombres, son personas. El sistema machista, sin embargo, nos enseña que somos personas sólo mientras aceptemos estar al servicio de otro grupo humano, el de los hombres; o sea, que somos personas de segunda clase (como concibieron filósofos como Platón y Aristóteles), con una función decorativa importante y de recipiente para el desahogo sexual, que deben aceptar sin rechistar lo que a los hombres les apetezca hacer con nosotras, como por ejemplo, sin conocernos, decirnos cosas por la calle que a menudo aluden a su deseo sexual.

Decirle a una persona a la que quieres, con la que tienes una relación, que te parece guapa puede ser otra cosa muy distinta, puede no ser algo machista, sin duda. La prueba es si eso lo pueden hacer cualquier persona a cualquier persona, al margen de su sexo; hombres y mujeres a hombres y mujeres. Decirle a una persona con la que te relacionas que te gusta es algo del ámbito de las relaciones humanas íntimas, y no tiene nada que ver con la cuestión de los piropos. Los piropos se usan para consolidar la masculinidad de quien los dice y mantener la tradición de que las mujeres están ahí para alegrarle la vida a los hombres, así, como grupo al que le ha tocado el "premio". Piropear ha sido siempre el rito machista de identidad, según el cual, para ser hombre tienes que usar así a las mujeres, porque si no, no eres suficientemente hombre. Si os fijáis, todos los ritos de identidad masculinos que conocemos y que se transmiten mucho en la mili, en las reuniones sólo de hombres, en las iglesias, son construcción de la identidad del hombre a costa de la mujer, usándola: ir de putas, decir piropos, hacer chistes misóginos y homofóbicos, hablar con desprecio y lascivia de las mujeres, obligarla a la función reproductora porque si no no es suficientemente "mujer", obligarla a servir a "su hombre" (y a los amigos de su hombre, también, si a él se le ocurre): la violación marital, vivir con quien no ama para siempre porque lo dice un dios misógino, etc. El machista valora mucho que la mujer tenga tetas o un culo o X atributo que a él le guste, y tiene derecho por tradición de gritarlo a los cuatro vientos, al margen de ella, y tiene esa necesidad para decir: yo te haría el favor, guapa, de acostarme contigo; yo quiero acostarme contigo y tengo que anunciar que así es, porque tengo derecho, soy un macho. También se cree con el derecho a sacarte del mercado anunciando al mundo que tu físico no te hace atractiva, no te hace "mujer deseable". Y es que el mundo del piropo va íntimamente unido al mundo del insulto más explícito. De la misma manera que los hombres pueden decirles a las mujeres "Chochete", "Vaya tetas/culo", "Qué guapa eres" (da igual que el piropo esté dicho "con mucho arte": no has pedido opinión, es un derecho otorgado sólo a los machos de la especie, por su supremacía sobre las hembras), son libres para emitir juicios en el sentido supuestamente contrario: "Fea", "Mira que eres gorda", y similares, pues quien siente que la sociedad necesita escuchar sus valoraciones en un sentido sobre el mercado de carne (de las mujeres), siente que también debe hacerlas en el otro sentido, tanto a gritos dirigidos a la mujer víctima de este abuso como en corrillos con otros hombres que estén en la calle en ese momento. El machista piropeador se siente en la necesidad imperiosa de ordenar el mundo entre "tías buenas" y "feas", y cuenta con el que las que sean bendecidas con sus sacrosanta palabra se sientan halagadas y así le refuercen. Que le pregunten a las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez qué pasó después de la fase de los piropos (Feminicidio precedido de torturas). Todas las mujeres sabemos intuitivamente que cuando un hombre desconocido te dice algo en la calle puede pasar cualquier cosa: desde que se limite a su agresión verbal (agresión porque no la pides y te la impone), a que intente tocarte o asaltarte. Muchas veces no respondíamos a la agresión de los piropos por miedo, porque sabemos históricamente, vivencialmente, que puede ocurrir cualquier cosa desde un mal rato a la peor de las torturas. Quienes se ríen de esta crítica de los piropos (feminista, y absolutamente lúcida y legítima; movimiento social gracias al cual al fin empieza a oírse más a menudo "la primera mujer que..." o el ahora generalizado rechazo a los malos tratos), se niegan a abandonar una práctica discriminatoria no porque ésta no lo sea, sino porque no les viene bien. Les gusta exhibir su hombría de ese modo, no pueden vivir sin ese ritual. Y se niegan a ver la relación existente entre sus rituales de hombría y el hecho social que es el trato a la mujer como objeto sexual al servicio del uso y del abuso del hombre (desde su utilización, medio en pelotas, para vender a los hombres coches o yogures, a la violación y la amenaza de violación, uno de los bastiones del patriarcado desde siempre). Por si esto no se entiende, aclaro más la idea: El machista (recalcitrante, pues el machismo lo llevamos en la cabeza "por defecto", y hasta que nos lo cuestionamos) no puede entender por qué piropear está mal porque no puede respetar que la mujer tenga una opinión también, una mente; no puede ni imaginar que quizá a esa mujer no le guste que vayan por ahí desconocidos diciendo cosas de su cuerpo, y se siente ofendido si le respondes que no le has pedido opinión. ¿Ofendido por qué? ¿Porque rechazas "el honor" de que se fije en ti y te ponga una etiqueta? ¿Porque no estás dispuesta a aceptar el status quo de la organización jerárquica de la sociedad en un grupo que prima sobre otro por la fuerza? No tienes ni derecho a responder. A callar y a acatar, como siempre. Es un mecanismo retorcido como otros muchos: desde el más absoluto desprecio te anuncian que te aprecian. Que haya mujeres que desean que los hombres les digan piropos (si es que las hay) no es una RAZÓN que justifique la práctica, que es, como he intentado explicar, uno de los "simpáticos" bastiones del machismo más misógino. Es un problema que habría que trabajar, para librarse de él. Basta que cambiemos los papeles: un hombre sí entendería que tiene derecho a protestar si gente de la calle va dando su opinión de él sin conocerle. Que la gente se diga cosas bonitas al margen de su sexo y considerando a la otra persona, y el contexto. Que terminemos ya con esta práctica de atraso y abuso.

viernes, 8 de mayo de 2009

PERDONAD...

A los que entrais aquí a menudo buscando algo nuevo... llevo unos días horribles... y ayer me pasó algo que no puedo contar pero que me dejo algo tocada. Abrí el portátil por la tarde en casa, pero cuando había escrito unas líneas lo dejé porq nada de lo que ponía tenía ningún sentido. Que nadie se preocupe... no ha sido nada grave pero son cosas del trabajo mezcladas con lo personal y que por mi forma de ser quizás filosofe demasiado con los porqués de la vida... Muchas veces le digo a mi madre que no me ha socializado porque me ha educado demasiado bien para el mundo en el que me ha tocado vivir y que me ha dado muchos valores que me impiden a veces "seguir como si tal cosa". Una persona con un sentido tan marcado como yo de la Justicia, que no soporta las desigualdades y la impotencia es el sentimiento que más me cuesta asumir, una persona que ha sido educada en el respeto hacia el resto de las personas, hacia la naturaleza, y hacia todo lo que la rodea, una persona que va siempre con el gracias y el por favor por delante... Tengo muchos defectos pero nací en el año 1977, soy de una generación educada en eso, en los valores como el respeto, el esfuerzo como modo de conseguir las cosas, una generación a la que nos convencieron que la Justicia existía y que podíamos exigirla porque así la recoge nuestra Constitución etc etc etc... No siento que pueda ir por la vida "como si tal cosa", no puedo sentirme socializada, no entender muchas cosas. Tengo el constante ¿Y porqué? en la cabeza ( No en vano en la Facultad uno de mis profes más queridos un día me bautizó como Mafalda en medio de una clase jajajaj). Me despido y prometo una siguiente entrada apasionante como contrapeso al pesimismo de hoy. Ojalá haya muchas personas "raras" como yo en el mundo, a veces me siento sola... Besos violetas....

lunes, 4 de mayo de 2009

DE ARMADURAS Y VULNERABILIDAD

Pero yo sé curarme las heridas aprendí a andar en un suelo cubierto de canicas..." (Ella baila sola)

Ahora mismo miro hacia delante y sólo veo canicas. No les tengo miedo, ni siquiera tengo miedo al dolor que las caídas me van a hacer.Sin embargo, a ratos sigo sintiéndome vulnerable y sé q quizás esto no sucedería si me hubiera colocado la armadura. Hace tiempo que sé q es cuestión de elegir, o el caparazón o la vulnerabilidad. Conozco la armadura, la he llevado puesta demasiado tiempo, a veces sabiéndolo, otras inconscientemente y sinceramente, como máscara es la mejor, pero Absurda... la vulnerabilidad duele, pero hace tiempo también que me atreví a ponerme frente a frente a ella y mirarla a los ojos, sin miedo.Y salgo a la calle en mi propia piel, sin la armadura y duele mirar al sol, y hace frío sin protección, pero voy ligera de equipaje porq las armaduras protegen, pero llega un momento en q pesan y la gente que merece la pena acaba cansándose de no poder verte los ojos, ni la cara, sino una máscara de metal hecha a medida. No quiero armaduras q me protejan de vivir, q frenen las caídas si el precio q tengo q pagar es vivir sin q me dé la luz del sol, sin sentir ni frío ni calor y sin q la gente pueda mirarme a unos ojos q son pura expresividad y q gritan desde mis entrañas todo lo q siento. El dolor ya no me da miedo, aunq sepa q soy vulnerable pero me siento viva y esta sensación no la puede igualar ninguna armadura del mundo. No quiero armaduras q me protejan de vivir, no quiero pagar un precio tan alto si renunciar a sufrir significa renunciar a amar con toda el alma, a sentir, a descubrir... La cuestión es hasta q punto uno es consciente de la armadura q lleva, si niega q la lleva, o si ni siquiera lo sabe. Yo llené una maleta de sueños y me embarqué en una aventura para evadirme de la mía, de la armadura q me protegía de abrir mi corazón despedazado. Y descubrí q la había perdido una vez más, q no sirvo para cargar con el peso de una máscara, q prefiero el dolor a la mentira, q prefiero apostar sabiendo q puedo perder a quedarme eternamente mirando la vida pasar, mientras el tiempo me vive a mí en vez de vivirlo yo. Hacer o no hacer??? Aunque no hagas nada o huyas, también es una decisión porque el tiempo es un arma de doble filo q sigue corriendo siempre hacia delante y no espera por ti.

Quiero decidir, y no quiero llevar una armadura, cada cual tiene la suya, la mía es la pose de estar siempre por encima de todo, de q nada me afecta, de q soy fuerte, de que ni siento ni padezco, de q soy inalcanzable... Cómo dice una de mis canciones favoritas:" mírame... me marché, y mi corazón quedó atrás, lo q ves es sólo un papel q representar, dime a quien puedo engañar..." No sé si engaño a alguien, pero a mí misma no puedo y aunq soy fuerte, no puedo vivir siempre de cara a la galería representando el papel de q puedo con todo porq no es cierto. La armadura... siempre la armadura. Alguien consiguió hace unos meses traspasar un poquito mi armadura, abrí una rendija para q entrara luz y se coló todo el Sol de la mañana, fui capaz de besar sin pensar qué estaba haciendo, fui capaz de dejarme a mí misma ser un poquito más feliz después de tanto dolor y la armadura se reblandeció. Ahora estoy aquí, sin armadura, y sintiendo de nuevo vulnerabilidad, sintiendo tristeza y dolor y sintiendo miles de cosas a la vez sin poder explicarlas, pero lo más bonito es q he sentido "algo" por alguien, y q no tengo miedo de sentir lo q siento y de decir lo q siento (no en vano soy una valiente y lo llevo tatuado en mi cuerpo), y pase lo q pase, no me importa... ya me he quitado la armadura.

Hola a todas y a todos, esto lo escribí hace 4 años y pico... cuando conocí a una persona... Una persona que llegó en un momento "en que no debía" (porq nunca es el momento), una persona que llegó en un momento "muy complicado para mi" (a veces siempre es complicado)... en fin, una persona que llegó cuando tuvo que llegar... como si los momentos se eligieran, como si el amor fuera un acto de voluntad. Yo por mí no hubiera tenido novio nunca, ya ves... pero llegó ÉL. Me arriesgué y aposté por lo que terminó empezando, pese a que me resistí como una jabata, pero cuando alguien te ha llegado acabas metida hasta el cuello. Es cierto, tenía una armadura, me duele reconocer que lo negaba pero la tenía. Alguien me ha comentado que a veces hay gente que tiene miedo de acercarse y se escudan en que tienes una armadura. A veces puede ser verdad que no la lleves pero a veces tenemos que tener el suficiente valor de reconocer que la llevamos y que se nos ha enquistado... os animo a que seais valientes y hagamos una quema pública de armaduras... que enseñemos todo lo que tenemos dentro, que seamos vulnerables porq es lo único que nos va a hacer sentirnos vivos.

PD: Esa persona sigue en mi vida... llevamos 4 años y pico y vivimos juntos. Le quiero y a día de hoy le pido a la vida levantarme cada mañana a su lado y poder envejecer junto a él. Ha conseguido convertir a una ferviente convencida de que la soltería es lo mejor en una ferviente convencida de que cuando te enamoras, esa persona es mejor que la soltería ¿O no? Besos violetas