sábado, 23 de mayo de 2009

EL MACHISMO YA NO EXISTE (CASOS DE LA VIDA REAL)

- ¡Menudo descubrimiento he hecho! ¡Que el machismo ya no existe!
- Pues vaya novedad, eso lo sabe todo el mundo
- ¿Te has dado cuenta de que ahora la mitad de las ministras son mujeres?
- Ya ves, ¡qué chupi!
- Además, tenemos una ley estupenda que nos protege de la violencia contra las mujeres
- Yo duermo mucho más tranquila, tía
- Y, encima, puedo seguir trabajando todo lo que me echen aunque tenga otro bebé ¡porque mi pareja tendrá permiso de paternidad!
- ¡Tooma ya!
- Digo yo, ¿y qué pintan en el “Rompamos” este unas feministas?
- Je je... se creerán muy listas
- ¡Ay¡ cómo me río contigo... qué graciosa!
- Pues claro, no te vas a reír con tu Pepe, que en cuanto llegas a casa te le encuentras siempre cansado
- Pobrecico, todo el día ganando el pan con el sudor de su frente, y luego dando el callo en el sindicato, como para escuchar mis tonterías...
- ¡Como si tú no trabajaras!
- Si, bueno, pero yo solo media jornadita, que luego tengo que encargarme del abuelo y de la niña...
- ¿Pero no se iba a pillar Pepe el permiso de paternidad?
- Sí, hija, pero entenderás que yo soy mucho mejor para esas cosas; si hasta él lo dice, que no vale para cuidar...
- Es verdad, los hombres para estas tareas...

Esta conversación la escuchamos hace un rato en el autobús. Esta conversación la escucharás cuando vayas al trabajo (a ese que es remunerado). La volverás a escuchar cuando quedes con tus colegas a tomar algo. Y la hemos escuchado durante tantos siglos, que ¿no te parece que es tiempo suficiente?
Estamos aburridas, pero que muy aburridas, de conformarnos. De conformarnos con lo poco que nos dan, de que nos lo den en lugar de tomarlo, de aparentar que ya no estamos tan excluidas. Estamos aburridas de ser las comprensivas, las acompañantes, las que hacen muy bien todo lo que no se valora (ni se quiere ver).
Aburridísimas estamos de exigirnos tanto; en el curro, en la casa, en el espejo.
Y más que aburridas de que tengamos que temer. En la calle, en el metro, en las noches en que volvemos, vamos, paseamos y venimos... Porque también nosotras queremos disfrutar de una movilidad libre al pasar, sin que silbidos ni comentarios juzguen nuestros cuerpos.
No te cuento lo que nos aburre encontrarnos siempre con espacios exclusivamente masculinos, o casi.
Y tú, ¿te aburres?
Porque nosotras, pensándolo bien, la verdad es que estamos también cansadas de que siempre estemos y nunca se nos vea; de esforzarnos para que nos escuchen y se nos oiga la mitad; de cuidar las formas al hablar, mientras que lo que decimos, finalmente no gusta.
¿Y sabes que estamos cansadas de que mucha gente diga que nos comprende y se quede todo en palabras?

2 comentarios:

  1. ¡Acabo de entrar en tu blog! ¡y ME ENCANTA!. El post de los piropos es genial. Lo cierto es que siempre pasa una delante de una obra como con miedo, por el ridículo que resulta que te digan algo. Lo cierto es que nunca me ha pasado, jeje (menos mal, porque no sé cómo habría reaccionado, lo más seguro es que la cosa acabara en bronca). En análisis es magnífico...y me ha dado argumentos para "defender" la supresión total del piropeo machista en algunas conversaciones en las que suele salir el tema: lo cierto es que siempre hay algunos hombres que argumental que a las mujeres "nos gusta" que nos digan cosas y, si no nos las dicen no estamos contentas. Es como los que dicen que a las mujeres les gusta que les peguen o que las violen...
    ¡Me apunto a tu blog!

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  2. Me incluyo en ese nosotras ;)

    Y sí: harta de que en realidad lo que dicen que ha cambiado siga como siempre...
    Y harta de que por tener la voz más grave griten un poco más y crean que te achantan; harta de tener que mirar a los lados a según qué horas y en según qué lugares; harta de que silben y griten elogios insufribles...

    Un besazo ^O^!!!
    ¿Qué tal les irá a las mujeres de dentro de unos 2 siglos? También estarán hartas de lo mismo?

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