viernes, 31 de julio de 2009

LOS MICROMACHISMOS (LA VIOLENCIA DE GÉNERO MÁS ENCUBIERTA)

Se entiende como violencia contra la mujer “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada” (ONU, 1995). Según la Declaración de Naciones Unidas en Beijing de 1995, la violencia contra las mujeres “es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo. La violencia contra la mujer a lo largo de su ciclo vital dimana especialmente de pautas culturales, en particular de los efectos perjudiciales de algunas prácticas tradicionales y de todos los actos de extremismo relacionados con la raza, el sexo, el idioma o la religión que perpetúan la condición inferior que se le asigna a la mujer en la familia, en lugar de trabajo, la comunidad y la sociedad”.

ACERCA DE LOS MICROMACHISMOSEn todo el mundo occidental, la violencia (masculina) hacia las mujeres se torna evidente. Sin embargo, la deslegitimación y los abordajes legales y terapéuticos se han realizado casi exclusivamente sobre las formas evidentes, máximas y trágicas de dicha violencia y sus efectos. Quedan así ignoradas múltiples prácticas de violencia y dominación masculina en lo cotidiano, que se ejecutan impunemente, algunas invisibilizadas, otras legitimadas con la impunidad de lo naturalizado. Es importante desvelar estos mecanismos como parte de la tarea de recuperar críticamente dimensiones alienantes de la cotidianidad naturalizada. Visibilizarlas es un primer paso para intentar su neutralización en las relaciones entre mujeres y hombres. Primer paso que puede contribuir a modificar los juegos de dominio y permitir el desarrollo de relaciones más cooperativas, honestas e igualitarias en derechos y obligaciones. ¿Qué son los Micromachismos? Son llamadas así las prácticas de dominación masculina, comportamientos de inferiorización hacia la mujer, en la vida cotidiana, del orden de lo “micro”, lo casi imperceptible, lo que está en los límites de la evidencia. Se trata de un amplio abanico de maniobras interpersonales que realizan los varones para intentar mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer objeto de la maniobra, reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se “rebela” o resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de una mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes. Son microabusos y microviolencias que atentan contra la autonomía personal de la mujer, en los que los varones, por efecto de su socialización de género son expertos, socialización que, como sabemos, está basada en el ideal de masculinidad tradicional: autonomía, dueño de la razón, el poder y la fuerza, ser para sí; y definición de la mujer como inferior y a su servicio. A través de ellos se intenta imponer, sin consensuar, el propio punto de vista o razón. Los Micromachismos son efectivos porque los varones tienen, para utilizarlos válidamente, un aliado poderoso: el orden social, que otorga al varón, por serlo, el “monopolio de la razón” y, derivado de ello, un poder moral por el que se crea un contexto en el que la mujer está en falta o como acusada (“exageras” y “ estás loca”, dos expresiones que reflejan claramente esto). Su ejecución brinda ”ventajas”, a corto y a largo plazo para los varones, pero ejercen efectos dañinos en las mujeres (deterioro en la autoestima y autonomía), en las relaciones familiares (disbalances de poder, disfunciones en la relación) y en ellos mismos (aislamiento y consolidación de las ideas misóginas), en tanto que quedan atrapados en modos de relación que convierten a la mujer en adversaria, impiden el vínculo con una compañera y no aseguran el afecto, ya que el dominio y el control exitoso sólo garantizan obediencia y generan resentimientos.

TIPOS DE MICROMACHISMOSMICROMACHISMOS COERCITIVOS O DIRECTOS: El varón usa la fuerza moral, psíquica, económica o de la propia personalidad, para intentar doblegar y hacer sentir a la mujer sin la razón de su parte. Provocan un acrecentado sentimiento de derrota posterior al comprobar la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones. Todo ello suele promover inhibición, desconfianza en sí misma y disminución de la autoestima, lo que genera más disbalance de poder.
Intimidación: Maniobra atemorizante que se ejerce cuando ya se tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. Se dan indicios de que si no se obedece, “algo “ podrá pasar. Hay indicadores verbales o gestuales para atemorizar. Para hacerla creíble, es necesario, cada tanto, ejercer alguna muestra de poder abusivo físico, sexual o económico, para recordarle a la mujer qué le puede pasar si no se somete.
Toma repentina del mando: Ejercicio de más o menos sorpresiva anulación o no tenida en cuenta de las decisiones de la mujer, basada en la creencia del varón de que él es el único que toma decisiones sin contar con la mujer, en situaciones que la involucran y en las que es difícil negarse.
Apelación al argumento lógico: Se recurre a la lógica (varonil) y a la “razón” para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer. No tienen en cuenta los sentimientos ni las alternativas y suponen que exponer su argumento les da derecho a salirse con la suya. Provoca intenso agobio.
Insistencia abusiva: Conocida como “ganar por cansancio”, consiste en obtener lo que se quiere por agotamiento de la mujer en mantener su propia opinión, que al final acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz.
Control del dinero: Gran cantidad de maniobras son usadas por el varón para monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero. Algunas de ellas: no información sobre usos del dinero común, control de gastos y exigencia de detalles. Negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y la crianza y el cuidado de los niños.
Uso expansivo del espacio físico: Esta práctica se apoya en la idea de que el espacio es posesión masculina, y que la mujer lo precisa poco

MICROMACHISMOS ENCUBIERTOS (de control oculto o indirectos): El varón oculta su objetivo de dominio. Algunas de estas maniobras son tan sutiles que pasan especialmente desapercibidas, razón por la que son más efectivas que las anteriores. Impiden el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por el varón. Aprovechan su dependencia afectiva y su pensamiento “confiado”. Provocan en ella sentimientos de desvalimiento, emociones acompañadas de confusión, zozobra, culpa, dudas de sí, impotencia, que favorecen el descenso de la autoestima y la autocredibilidad. Esto conduce habitualmente a una reacción retardada por parte de la mujer, como mal humor, frialdad, o estallidos de rabia “sin motivo”.
Maternalización de la mujer: La inducción a la mujer a “ser para otros” es una práctica que impregna el comportamiento masculino. Fomentar o crear condiciones para que la mujer priorice sus conductas de cuidado incondicional.
Maniobras de explotación emocional: Se aprovechan de la dependencia afectiva de la mujer y su necesidad de aprobación para promover en ella dudas sobre sí misma, sentimientos negativos y, por lo tanto, más dependencia. Se usan para ello dobles mensajes, insinuaciones, acusaciones veladas, etc.
Maniobras de desautorización: Conducen a inferiorizar a la mujer a través de un sin número de descalificaciones, que en general son consonantes con las descalificaciones que la cultura tradicional realiza, y que hacen mella en la necesidad de aprobación femenina.
Descalificaciones: Se trata de comentarios descalificadores repentinos, sorpresivos, que dejan indefensa a la mujer por su carácter abrupto. Sorpresivos comentarios descalificadores del éxito femenino, resaltar la cualidad de la mujer-objeto y recordar las “tareas femeninas” con la familia en contextos no pertinentes.
Paternalismo: En este tipo de maniobra se enmarca la posesividad y a veces el autoritarismo del varón, haciendo “por “ y no “con” la mujer. Se detecta sobre todo cuando ella se opone, y él no puede tolerar no controlarla.
Creación de falta de intimidad: Actitudes activas de alejamiento, que bloquean las necesidades relacionales de la mujer y evitan la intimidad que para el varón supone riesgo de perder poder y quedar a merced de la mujer. Comportamientos de avaricia, renuencia a hablar o hablar de sí con efectos de “misteriosidad”.
Engaños: Se desfigura la realidad al ocultar lo que no conviene que la mujer sepa, porque si no el varón puede resultar perjudicado en determinadas ventajas que no quiere perder. Ej: negar lo evidente, incumplir promesas, adular, crear una red de mentiras,etc.
Autoindulgencia sobre la propia conducta perjudicial: Maniobras que procuran bloquear la respuesta de la mujer ante acciones e inacciones del varón que la desfavorecen. Hacen callar apelando a “otras razones” y eludiendo la responsabilidad de la acción. Apelación a la inconsciencia (“No me di cuenta”), a las dificultades de los varones (“Quiero cambiar, pero me cuesta”), a las obligaciones laborales (“No tengo tiempo para ocuparme de los niños”), a la parálisis de la voluntad (“No pude controlarme”). Comparación ventajosa: se apela a que hay otros varones peores.
MICROMACHISMOS DE CRISIS: Suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable disbalance de poder en las relaciones, tales como aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida o pérdida del poder del varón por razones físicas o laborales. El varón al sentirse perjudicado, puede utilizar específicamente estas maniobras o utilizar las definidas anteriormente, aumentando su cantidad o su intensidad con el fin de restablecer el statu quo.
Pseudoapoyo: Apoyos que se enuncian sin ir acompañados de acciones cooperativas. Se evita con ello la oposición frontal.
Desconexión y distanciamiento: Se utilizan diversas formas de resistencia pasiva: falta de apoyo o colaboración, conducta al acecho (no toma la iniciativa, espera y luego critica: (“Yo lo hubiera hecho mejor”), amenazas de abandono o abandono real (refugiándose en el trabajo, por ejemplo).
Hacer méritos: Maniobras consistentes en hacer regalos, prometer ser un buen hombre, ponerse seductor y atento, hacer cambios superficiales, sobre todo frente a amenazas de separación. Se realizan modificaciones puntuales que implican ceder posiciones provisoriamente por conveniencia.
Dar lástima: comportamientos autolesivos tales como accidentes, aumento de adicciones, enfermedades, amenazas de suicidio, que apelan a la predisposición femenina al cuidado y le inducen a pensar que sin ella él podría terminar muy mal.
Los micromachismos generan un alto sufrimiento, relaciones defensivo-agresivas, frustraciones, internalización de patrones de comportamientos, aceptación de normas implícitas a lo cotidiano, que perpetuaremos generación tras generación, y disbalances de poder, que se oponen a la plena potenciación de las personas. El abordaje de la violencia masculina no puede centrarse sólo en sus formas extremas. Hay que hacer un esfuerzo en identificar estas formas de violencia, más invisibilizadas, cotidianas y que creemos normalizadas y que no entramos a cuestionar nunca.

3 comentarios:

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  2. Desde la profundidad que las mujeres conocemos, permíteme una opinión: el peor machismo es el que tenemos nosotras en el alma. Prueba a conectarte con el hombre desde tu zorra bien puesta y vas a ver que se te vuelve gatito

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  3. algo parecido les digo a las mujeres golpeadas, masacradas, que van al servicio, pero no sé que pasa, les hablo de la autoestima, de la super-woman que son pero no sé...no sirve de mucho, el golpe viene, las busca, las persigue...

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